De Louis de Funès y El hombre orquesta
Lo confieso: no se cuenta el cómico entre mis géneros cinematográficos predilectos. No falta alguna comedia entre mis piezas de culto, pero no abundan en ese particular catálogo. ¿Motivos? Sinceramente, se me escapan. No suelo conectar con cintas que tienen el humor como eje fundamental, como elemento que las dota de tono y sentido. Y es algo extensible a sus muy diversas modalides, pero que se acentúa especialmente en el caso de esas propuestas elaboradas alrededor de un intérprete carismático (eso que se ha dado en llamar vehículos para el lucimiento). Que todos los elementos de la narración se pongan a su servicio, garantiza el brillo de la figura en cuestión. Tambíén suele asegurar —si el señuelo funciona mínimamente— una buena taquilla. Pero raramente da como resultado una película de calidad —yo, al menos, soy incapaz de recordar un solo título—. 'El hombre orquesta' no es una excepción, ni muchísimo menos: mala, sin paliativos. Esta cinta francesa, de 1970, es una floj